¿Alguna vez has escuchado la frase: “Cada cabeza es un mundo”?
¿Sabías que cada uno de nosotros va creando su personalidad con base en su historia personal?
Nuestra historia personal es influenciada por muchos factores, los cuales nos ofrecen experiencias de aprendizaje individual: biología, familia, cultura, educación, amigos, etc.
El proceso de aprendizaje individual se inicia a partir de los 4 meses de gestación, ya que, somos capaces de percibir un bombardeo continuo de estímulos externos que nos generan sensaciones. A estas sensaciones les vamos poniendo de manera inconsciente, una etiqueta según su impacto en nuestras emociones y posteriormente las agrupamos y guardamos en nuestra memoria para empezar a escribir nuestro manual de vida.
A estas distinciones emocionales las llamaremos de ahora en adelante: pensamientos centrales y son la fuente principal de las creencias con las que viviremos el resto de nuestra vida y que conformarán nuestro paisaje interno. Dicho de otra manera, los pensamientos centrales son “la mirada” a través de la cual observas, interpretas y actúas en el mundo.
Durante la infancia es en donde los pensamientos centrales nos dan a conocer los conceptos, reglas y expectativas a las que debemos ajustarnos para poder convertirnos en seres adecuadamente sociales.
Sin embargo, no se nos enseña nunca a ser antropólogos e historiadores de nuestro ser individual, al contrario, se nos educa para creer que “todo lo bueno de la vida” siempre viene del exterior y por eso debemos ajustarnos a él.
Es aquí en donde debemos recordar que “el mundo” solo es una interpretación de lo que cada individuo observa, por lo que existen tantos mundos como personas en el planeta.
Si bien, tomar en cuenta las externalidades es de suma importancia para la vida, debemos más bien buscar el equilibrio entre nuestro paisaje interior y la interpretación que le damos al mundo exterior.
Entonces, si cada persona es un mundo, y el mundo externo es interpretado según quien lo observa, lo verdaderamente importante es “la mirada” ya que casi la totalidad de los problemas que nos afectan y nos hacen sufrir no dependen del exterior sino de las diversas interpretaciones que hacemos tanto de nosotros mismos como del mundo.
Es decir, la capacidad de transformación de tu experiencia en el mundo está directamente relacionada con el poder de tus interpretaciones
¿Te has preguntado como cada una de tus interpretaciones te abre o cierra determinadas posibilidades o te lleva a actuar de cierta manera?
¿Cómo puedes cambiar tu interpretación tanto de ti mismo como del mundo?
Cambia de punto de vista, busca un ángulo diferente desde el cual mirar tu circunstancia.
Busca la oportunidad en medio del problema, a veces nos enfocamos en buscar todo lo que está mal y se nos olvida buscar aquello que puede salir bien.
Mira tu circunstancia como una fuente de aprendizaje, puede ser que no la estés pasando tan bien pero seguramente algo estás aprendiendo. Es una gran oportunidad para identificar las creencias o juicios que te hacen sentir incómodo con la situación.
Evita a toda costa desarrollar historias o explicaciones que te permitan permanecer en el mismo lugar de pensamiento, ya que solo lograrás obtener los mismos resultados.
“Los problemas que tienes hoy no pueden ser resueltos pensando de la misma manera en que pensabas cuando los creaste” – A. Einstein
Entonces recuerda que tu mirada es tu guía, tu manual de vida, a través de la cual decides darle cierto sentido a lo que te pasa. Tu mirada es el conjunto de los colores que integran tu paisaje interno: tus pensamientos centrales.
Tómate el tiempo para conocerlos y entonces sabrás quien realmente eres y serás capaz de identificar el camino hacia tu propia paz.
Recuerda que las sesiones de Coaching de vida están aquí para guiarte, reserva tu primera sesión, me dará mucho gusto poder acompañarte.
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